Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CCOO Euskadi | 4 mayo 2024.

El deterioro de Osakidetza tiene consecuencias y viene de lejos

    El pasado día 12 de enero, fallecía un paciente en el PAC de Llodio donde, en ese momento, no había personal facultativo. La falta de profesionales no es nueva, tiene consecuencias y no se plantean soluciones reales a este problema.

    16/01/2024.
    Concentración frente al PAC de Llodio.

    Concentración frente al PAC de Llodio.

    El pasado día 12 de enero, fallecía un paciente en el PAC de Llodio donde, en ese momento, no había personal facultativo.

    La OSI Barrualde, en la que está integrado el PAC de Llodio, cuenta con 8 PACs (Amorebieta, Amurrio, Basauri, Bermeo, Durango , Lekeitio, Llodio y Ondarroa) para atender a más de 300.000 personas repartidas en un extenso ámbito geográfico. De esos ocho PACs, dos cuentan con más de un equipo de Médica/Enfermera/Celadora (Basauri y Durango), mientras que en el resto, solo hay un equipo en cada centro (es decir, solo hay una médica, una enfermera y una celadora en cada uno de ellos). Además, parte de la atención médica a domicilio de la OSI está privatizada y la lleva a cabo una empresa privada.

    Bien, pues teniendo presente este escenario y sabiendo que Osakidetza no es capaz de atraer y retener a profesionales, no solo con el personal facultativo, también cada vez más con la enfermería, nos encontramos con el “Plan de Contingencia” para los PACs de la OSI Barrualde. Este plan establece que, ante la dificultad para encontrar profesionales, si no consiguiesen personal para sustituir, la médica que se encuentre en uno de los PACs “pequeños” (los que antes decíamos que solo tienen un equipo) se desplace a cubrir el hueco de uno de los PACs “grandes”, dejando así su centro de origen sin personal facultativo.

    La sabiduría popular ya dice que, si la manta es corta, o te tapas los pies o te tapas la cabeza. Osakidetza ha regulado qué se tiene que tapar en cada momento, pero no pone medidas para conseguir una manta más grande, solo se decide que población se queda sin la dotación completa de personal.

    El hecho de no atraer profesionales facultativos no es nuevo y es conocido por Osakidetza. En el verano de 2022, la mitad de las interinidades que lanzó para medicina familiar y pediatría se quedaron sin cubrir (20 de las 30 plazas de pediatría no se cubrieron y en medicina familiar 50 de las 116 ofertadas quedaron vacías). Y, sin embargo, seguimos con el mismo problema, porque no se toman medidas a medio y largo plazo que reviertan esta situación.

    El único Plan de Ordenación de Recursos Humanos que ha habido en Osakidetza (el documento que tiene que analizar cuál es la plantilla del momento y, en función de eso, ir trabajando en cubrir las necesidades futuras) fue el vigente entre 2014 y 2016, desde entonces, no se ha trabajado este asunto en la Mesa Sectorial. Cabe recordar, además, que aquel plan, en lugar de incentivar la entrada de personal facultativo joven, se limitaba a habilitar la prolongación de la vida laboral del personal sanitario que ya estaba dentro del sistema, cerrando la puerta a nuevas generaciones.

    Entre los años 2012 y 2016, Euskadi formó a 124 facultativas de medicina familiar menos de las que podía haber formado (ofertó 124 plazas MIR de las que podía haber ofertado), profesionales que ahora echamos de menos. En el curso 20/21 se cubrieron todas las plazas acreditadas para formar personal facultativo, pero en el caso de enfermería de Salud Mental se ha cubrió el 84’62% y en el de la enfermería pediátrica solo el 52’63%.

    No mejoran las condiciones de trabajo para retener a las profesionales actuales y para atraer a otras profesionales. Y no nos referimos solo a la cuestión económica, hablamos también, por ejemplo, de las desmesuradas cargas de trabajo o de que Osakidetza tenga el dudoso honor de ser uno de los Sistemas de Salud con más temporalidad, con el 58% de personal temporal hasta hace nada.

    Incluso hay que repensar el sistema de perfiles lingüísticos, teniendo en cuenta la demanda real (medida ya por Osakidetza y cifrada en un 20%), estableciendo circuitos con el personal que, hoy por hoy, ya acredita el perfil, e incluyendo paulatinamente al personal que lo va acreditando. En lugar de eso, Osakidetza entra al juego de aumentar la exigencia lingüística a todas las categorías que requieran una titulación de grado (pasando a exigir el nivel C1).

    Todo esto ha ido degradando nuestro Sistema Público de Salud y haciéndolo menos atractivo para las y los profesionales. Esto lo notan las y los profesionales de Osakidetza en su día a día pero también la ciudadanía, que en los últimos años ha salido a la calle exigiendo un cambio de rumbo del sistema de salud.

    Tener una Sanidad pública y de calidad es una cuestión de voluntad política, apostando claramente por ella y no por las privatizaciones, algunas encubiertas y otras a la vista de todo el mundo. Una sanidad pública que cuente con recursos suficientes; con personal suficiente de todas las categorías; que no se limite solo a la tarea asistencial sino que pueda también dedicarse a la prevención; que fomente la presencialidad; con condiciones de trabajo que permitan a su personal trabajar dignamente y no que los espante como sucede ahora. En definitiva, necesita una apuesta clara por ella a corto, medio y largo plazo, cosa que no vemos a día de hoy por parte de nuestras instituciones.