Las cuentas claras para acabar con la brecha salarial

    Los mercados de trabajo se configuran con una fuerte segregación por razón de sexo. Según datos del INE, que distribuye el empleo en 21 sectores de actividad, la mitad de las trabajadoras de nuestro país se concentra en sólo 4 sectores: comercio, hostelería, educación y sanidad y servicios sociales, donde trabaja el 14% de todas las mujeres de nuestro país. 

    22/02/2021.
    La brecha salarial en Sanidad y Sectores Sociosanitarios

    La brecha salarial en Sanidad y Sectores Sociosanitarios

    En cada uno de esos 21 sectores de actividad, las mujeres cobramos menos que los hombres, a pesar de tener más estudios, pues representamos el 53,6% del conjunto de personas graduadas en educación superior. 

    Sanidad y Servicios Sociales es un verdadero "pulmón” para el empleo femenino, el sector más feminizado (78% de sus plantillas está formado por mujeres), y, en contra de lo que pudiera parecer, también es uno de los sectores con la brecha salarial por razón de sexo más alta. 

    El salario anual medio para los hombres en Sanidad y Servicios sociales es de 20.198€, y 14.442€ para las mujeres, alcanzándose en 2020 una brecha salarial máxima histórica (con datos del INE) de 5.756€ de diferencia. Esta cifra, que no se alcanzaba desde 2008, se debe no tanto a una bajada de salario para las mujeres, sino a una subida en el de los hombres. Son números gruesos, pues abarcan tanto el empleo público como privado, tanto a sanidad como al sector de la dependencia (mucho más feminizado y precarizado), así como todas las categorías profesionales, aunque es innegable que se trata de un potente indicador. 

    La brecha salarial es fruto de un cúmulo de desigualdades y discriminaciones, unas que no tienen su origen directo en el ámbito laboral, como el hecho de que las mujeres carguemos todavía con el trabajo del cuidado de hogares y familias, trabajo que además de invisible y no remunerado, lastra la dedicación al trabajo remunerado; otras que sí lo tienen,  como la dificultad para acceder a los puestos de mayor responsabilidad (brecha vertical) o la segregación sectorial y el desvalor de los trabajos y actividades que, según los estereotipos de género, son de mujeres. 

    La menor calidad en el empleo en general y concretamente el trabajo a tiempo parcial, son factores clave que determinan la precariedad y los bajos salarios presentes y futuros. El 25% de las mujeres asalariadas en España trabajan a jornada parcial frente al 7% de los hombres. Un 36% de mujeres trabaja en ocupaciones cuyo salario medio anual no llega a 15.000 euros brutos al año. En el sector de la Dependencia, ayuda a domicilio, residencias o teleasistencia la parcialidad está muy extendida y normalizada, situación que se une al desvalor social y laboral de una importante labor como es el cuidado de las personas más vulnerables. 

    Para combatir la brecha salarial hace falta que las administraciones inviertan en servicios públicos de calidad para el cuidado de personas dependientes, y que los hombres asuman su parte de responsabilidad en estos trabajos. Así mismo, hacen falta políticas que persigan, deconstruyan y sancionen la brecha salarial. 

    El 13 de octubre, fruto del diálogo social, se publicaron dos importantes herramientas en las que depositamos muchas esperanzas: los Reales Decretos Ley 901/2020 de regulación de los planes de igualdad, y 902/2020 para la igualdad retributiva. Éste último, que entra en vigencia el 14 de abril, hará obligatoria la auditoría salarial en todas las empresas obligadas a la elaboración de plan de igualdad; el registro salarial como información principal para el tema retributivo y la valoración de los puestos de trabajo del mismo valor. Porque para combatir la brecha salarial primero hay que conocerla bien y sacarla a la luz, porque para acabar con la brecha salarial hay que tener las cuentas claras.

    Documentación asociada
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