Enfermeras de otras CCAA se encuentran a 48 horas de vencimiento de su contrato sin confirmar prórroga y sin alojamiento

  • Otras con contrato hasta el 30 de junio piden al Gobierno de Madrid que les garantice, al menos, el precio reducido en una residencia de estudiantes de Alcalá de Henares hasta que acaben
  • Trabajan en la UCI del Hospital Príncipe de Asturias y se vinieron a ayudar cuando “la gente se estaba muriendo a chorros”

28/05/2020.
Hospital Universitario Príncipe de Asturias

Hospital Universitario Príncipe de Asturias

Enfermeras que trabajan aún con enfermos de COVID-19 en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Príncipe de Asturias (HUPA) de Alcalá de Henares, uno de los hospitales de la Comunidad de Madrid que mayor carga asistencial ha soportado durante la pandemia, no saben si sus contratos se van a renovar (alguno vence el 31 de mayo) y tienen que abandonar la habitación en la residencia de estudiantes privada CRUSA de Alcalá de Henares, en la que han estado alojadas a un precio reducido y que estaba pactado hasta finales de junio.

Isabel es enfermera de UCI, sevillana y vive en Zaragoza. El 12 de marzo, ante las peticiones desesperadas de la Comunidad de Madrid para conseguir enfermeras que reforzaran las plantillas de los hospitales para luchar contra el coronavirus, se ofreció a venir. Al día siguiente estaba trabajando en el Hospital Príncipe de Asturias, sabía que se la jugaba y se vino aún sabiendo el riesgo que corría y dejando su casa y a su familia. Su contrato vence el domingo 31 de mayo, aún no sabe si lo renuevan. Sigue “agotada moral y físicamente” trabajando en la UCI con enfermos contagiados por el virus. Si finalmente alargan su contrato no sabe dónde podrá alojarse a un precio que no sea inalcanzable.

Patricia es enfermera de UCI, viene de Granada. El 23 de marzo se vino a Madrid cuando “la gente se moría a chorros”. Acudió al llamamiento porque la necesitaban “no es momento de pensar –le dijo a su familia- yo creo que es momento de actuar”. Lo hicieron sabiendo que solo era un contrato de tres meses y con claúsula de rescisión, sabiendo que “nos la jugabamos”. Pero nunca se imaginaron el sufrimiento, la angustia, la falta de medios y el “agotamiento que aún sigue”. Su contrato acaba el 30 de junio.

“Les damos igual, somos de usar y tirar. Apelan a tus sentimientos diciendo que os necesitamos porque Madrid está prácticamente en llamas. Venimos a apoyar ésto y ahora sobras, y ya está. Te vas y a nadie le importa tu situación, lo que has pasado, lo que has dejado atrás. Sentimos una gran falta de consideración con los profesionales. En la siguiente pandemia muchos no vamos a venir y eso: no es algo que beneficie a nadie”.

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